14. EL DESTINO FINAL DE HITLER

 

                                                                “Si ganas, no necesitas dar explicaciones; pero si pierdes,                                                                                                      no deberás estar ahí para explicar nada"                                                                                                 (Adolf Hitler)

                                                                                             
 

Faltaban pocos minutos para que el reloj marcara las 16:00 horas de un 30 de abril de 1945, cuando en el búnker situado en los jardines junto a la Cancillería del Reich en Berlín, Adolf Hitler decidió poner fin a su vida disparándose un tiro en la cabeza. Su muerte no solo supuso el fin de su persona sino también la desaparición de un régimen que sacudió al mundo a sangre y fuego. En su delirio se había llevado antes por delante a cientos de miles de vidas humanas causando un terrible sufrimiento en la población, dejando una Europa en ruinas y con una herida que tardaría muchos años en cicatrizar. 

Independientemente del debate del grado de locura o cordura que Hitler pudiera tener, su decisión no fue producto de un acto improvisado sino que fue madurando en el tiempo y una consecuencia de su megalomanía por el poder que sucumbía rápidamente sin que pudiera durar los mil años que prometía. Aunque trató de disimularlo era, desde hacía tiempo, perfectamente consciente de que la guerra estaba perdida. No deseaba ser capturado con vida, por lo que únicamente le quedaba elegir el modo de como deseaba poner fin a su existencia.

Sin duda le hubiera gustado un final más memorable y grandioso con un mausoleo digno de su persona en su ciudad natal pero ya era muy tarde. Dadas las circunstancias podía quizás haber optado por morir luchando como el mismo había exigido a sus tropas bajo la amenaza de una ejecución inmediata, pero al final eligió el camino de quitarse la vida en un húmedo, lúgubre y maloliente búnker para evitar ser capturado por los rusos. Un final trágico del más puro estilo wagneriano que tanto le gustaba.

                                             Interior del ¨Führerbunker", despacho de Hitler, foto: Wiliam Vandivert / Revista Life 

Ante el temor de que su cuerpo pudiera ser expuesto y mancillado públicamente como había sucedido con el de Benito Mussolini y su amante Clara Petacci, decidió añadir un nuevo elemento propio de un rito funerario vikingo, ordenando que una vez sin vida, que su cuerpo junto al de su amada Eva Braun, con quien había contraído matrimonio unas horas antes, fuera incinerado en los jardines situados sobre el búnker con la esperanza de que sus restos nunca pudieran ser localizados y exhibidos públicamente.

Sobre las 14:00 horas del día 30 de abril el secretario personal y jefe de la Cancillería del NSDAP (Partido Nacional Socialista Obrero Alemán) Martin Bormann salió del despacho de Hitler que ocupaba en el búnker, informando al edecán personal Otto Günsche  que el Führer y Eva Braun querían poner punto y final a sus vidas de manera inmediata y que después, sus cadáveres debían ser quemados. Günsche transmitió la órdenes a Wilhelm Mohnke, comandante de la defensa del Distrito Gubernamental -Die Zitadelle- que incluía la Cancillería, éste contactó telefónicamente con el jefe del parque móvil y chofer personal de Hitler, Erich Kempka, ordenándole que de forma inmediata llevara bidones de gasolina a los jardines  junto a la puerta de salida de emergencia del búnker. A pesar de la dificultad, consiguió llevar rápidamente unos ocho o diez bidones “Jerrican”, (150/180 litros aproximadamente), para lo que tuvo que extraer gasolina incluso de los depósitos de los vehículos averiados o destrozados bajo los escombros de la Cancillería.

                  Superficie del "füherbunker", a la izquierda la estructura  rectangular con salida de emergencia, a la derecha            la torre cilíndrica de vigilancia. Detrás el Salón de Diplomáticos, al fondo el  Ministerio de A. Exteriores                                         

 Una vez que todo estaba dispuesto según lo ordenado, Hitler se despidió de su círculo más íntimo y entonces se produjo su suicidio. La hora difiere ligeramente según las declaraciones posteriores de los testigos presentes y esto ha sido utilizado como argumento para los detractores del suicidio, pero hay que tener en cuenta la enorme tensión de ese momento que ya venía acumulándose durante semanas y que después de muchos días en el interior de un sótano, sin luz natural,  puede llegar a alterar la noción exacta del tiempo, por lo que ese ligero desfase no debe desvirtuar los hechos que muy probablemente sucedieron.

       Cuando Linge (ayudante de Cámara)  y Bormann entraron en la estancia privada, se encontraron el cuerpo de Hitler sentado a la izquierda de un sofá junto a uno de sus brazos y ligeramente inclinado hacia delante, con un orificio de bala en el lado derecho de su sien y donde un hilo de sangre se deslizaba por su rostro. A su derecha sentada y con las piernas encogidas se encontraba Eva Braun.

                                     Sofá del "führerbunker" donde se produjo el suicidio de Hitler, se pueden  apreciar restos de sangre 

En el suelo junto a los pies se localizaron dos pistolas, una tipo "Walther" de 7,65 mm que había sido disparada y la otra de calibre 6,45 mm. que no fue utilizada. No solo había restos de sangre en el rostro de Hitler, también se apreciaban sobre la tela y una de las patas del sofá, en la pared, sobre la mesa y sobre la alfombra roja. Eva Braun no tenía restos de sangre, por el color de su rostro parecía indicar que había ingerido cianuro.

        El Führer vestía para la ocasión un chaqueta militar de color gris verdoso, con camisa blanca y pantalón negro, como los zapatos y la corbata. En su uniforme portaba la insignia de oro del Partido y la Cruz de Hierro de Primera clase. Eva Braun llevaba un vestido oscuro con flores de color rosa en la parte delantera, los zapatos eran claros con tacón alto, aunque algunos testigos aseguran que estaba descalza.

     Existen pequeñas discrepancias en las versiones de los testigos presentes, como la entrada del disparo en la sien o en la boca, en la posición de los cuerpos o en detalles del color del vestido de azul o negro. Todo ello, lo que hace es poner de manifiesto que no se produjo una preparación previa para mantener una misma declaración sino que cada uno añade pequeños matices, producto de las diferentes maneras de complementar con detalles lo que no se recuerda. Además parece difícil que se concertaran unos falsos acontecimientos y pudieran mantenerse en el tiempo ya que los interrogatorios de los testigos que cayeron en poder de los rusos fueron diarios e intensos durante años, repitiéndose continuamente las mismas preguntas para encontrar posibles contradicciones y siempre mantuvieron sus versiones.

    También se ha incidido en que nadie de los que allí se encontraban escucharan el disparo que supuestamente acabó con la vida de Hitler. Aunque pueda parecer extraño no debemos olvidar que era un refugio con unas gruesas paredes de hormigón, puertas acorazadas y con el permanente ruido de los motores que mantenían en funcionamiento los ventiladores. 

    El cuerpo de Hitler fue envuelto en una manta gris de la Wehrmacht y ambos cadáveres fueron subidos por los cuatro tramos de la escalera hasta a la salida de emergencia. Sus cuerpos fueron depositados en un cráter a unos tres metros a la derecha de dicha salida junto a una máquina de hacer cemento. Vaciaron los bidones de combustible y finalmente incinerados. La corte de acompañantes observaron durante unos minutos la pira funeraria y después de despedirle con el saludo hitleriano brazo en alto desaparecieron nuevamente hacía el interior del búnker.

                                                                         Escena de la película "El Hundimiento¨

Algunos autores sostienen que Hitler no se suicidó ese 30 de abril logrando escapar en los últimos días para  refugiarse en algún rincón alejado del mundo. Si esta hubiera sido su decisión para poder engañar a todos, no tendría ningún sentido esperar hasta tan tarde cuando ya se encontraba completamente rodeado por las tropas rusas que ponían cerco a la Cancillería. Oportunidades e intentos hubo para convencerle, como cuando después de su último cumpleaños el 20 de abril se activó la "Operación Seraglio"  que permitió abandonar Berlín a gran parte de las autoridades de rango medio y alto a lugares más seguros del sur de Alemania. Para ello despegaron diez aviones "Junkers" desde el aeropuerto de Gatow.

                                                                El Ju 52 D-2600 Max Immelmann II ofcial de Hitler en 1934. Foto: Luthansa                                     

Las dudas surgen al intentar averiguar que sucedió después con los restos de Hitler y Eva Braun ya que la incineración debió ser incompleta. Algunos, como Kempka, coinciden que fueron movidos y sepultados posteriormente en los mismos jardines en una pequeña tumba junto al muro situado junto al edificio donde se alojaba de la Leibstandarte. Tal circunstancia, de que los cuerpos  fueran removidos, parece muy improbable ya que dicha zona estaba sometida a intensos y continuos bombardeos y se localizaba en el extremo opuesto del jardín donde se encontraría el Bunker.

Esa misma noche se discute la situación en el búnker, el hombre fuerte en ese momento es Goebbels, que decide aplazar el plan de fuga previsto para tratar de escapar del búnker esa misma noche y enviar a Krebs a negociar con los rusos. A primera hora de la mañana del día 1 de mayo regresa exhausto sin lograr el objetivo ya que el general ruso Chuikov exige una rendición incondicional. Esa misma mañana y al no poder demorarlo por más tiempo, Bormann y Goebbels  informan por telegrama a Dönitz de la muerte del Fúhrer y que había sido nombrado su sucesor. Por la tarde, a las veintiuna treinta horas, radio Hamburgo hace pública al mundo la muerte de Adolf Hitler "en heroica lucha contra el bolchevismo¨, sin más detalles.

Inmediatamente después, Goebbels que ocupaba junto a su familia el antebunker decide poner fin a su existencia junto a la de su mujer Magda. Pero antes y sin que nadie tuviese el coraje de impedírselo, decidieron llevarse la vida de sus seis hijos envenenándolos mientras dormían y con edades comprendidas entre los cinco y los doce años. Después de su suicidio los cuerpos de Goebbels y su esposa Magda fueron quemados también en los jardines aunque solo muy parcialmente por la falta de gasolina.

                                                                         Familia Goebbels con el hijo mayor de Magda fruto de otro matrimonio anterior 

Esa noche los últimos ocupantes del búnker después de tratar de prenderle fuego, a través del pasillo subterráneo de conexión se concentraron en los sótanos de la Cancillería para tratar de escapar en pequeños grupos de ruptura a través de los túneles del metro (que veremos en otro capítulo posterior). Los únicos que no deciden participar son el comandante de la guardia personal de las SS Franz Schadle que se encontraba herido y los generales Hans Krebs y Wilhelm Burgdorf quienes antes del amanecer y ante la inminente llegada de los rusos deciden quitarse la vida con sus pistolas "Luger" reglamentarias. 

                                                                Franz  Schadle                            Hans Krebs                           Wilhelm Burgdorf

Berlín amanece el 2 de mayo con cierta calma y el final  de la batalla parece estar próximo. Las tropas rusas avanzan en dirección a la Cancillería uno de los últimos reductos por conquistar, tienen que respirar polvo y humo de los edificios aún en llamas, sorteando escombros y ruinas así como los restos de vehículos blindados y cuerpos de combatientes que aún quedan por retirar, llegan finalmente hasta uno de sus últimos objetivos. 

Soldado ruso pasa junto al cuerpo de un soldado alemán en la Batalla de Berlín

                                      

A media mañana del día dos de mayo, el ejército ruso penetra el edificio en ruinas de la Cancillería sin apenas encontrar resistencia y con el objetivo de tratar de encontrar a Hitler, ya que su información es contradictoria y no están seguros de que su muerte sea cierta, incluso piensan que quizás hubiera podido escapar en el último momento. A partir de entonces dio comienzo una gran comedia de enredo sobre el final de Hitler y muchas de cuyas sombras han perdurado hasta nuestro días.

Inmediatamente después de ser ocupada la Cancillería sus dos búnkeres ("Vorbunker" y "führerbunker") todo el complejo es revisado por un grupo de zapadores para comprobar que no existían trampas explosivas. A continuación intervino el SMERSH (contrainteligencia militar soviética) que toma el mando de la situación y despeja la zona de cualquier otra unidad militar, estableciendo un perímetro de seguridad infranqueable para dar comienzo a sus trabajos. Se llegó incluso a impedir el acceso al "führerbúnker" al mariscal Zhukov con la excusa de que “no era un lugar seguro”, como amargamente aseguró este último en sus memorias.

Esa tarde sus trabajos se centraron en el jardín y lo primero que localizaron sobre las cuatro de la tarde fueron los restos del matrimonio Goebbels sin enterrar y que fueron fácilmente identificados al encontrarse solo parcialmente quemados. También encontraron otros restos humanos muy próximos pero, en principio, no los asociaron a Hitler y Eva Braun al creer que sus cuerpos los encontrarían dentro del búnker  por lo que fueron tapados nuevamente con tierra.

        Su sorpresa se produjo al día siguiente tres de mayo cuando en el  antebúnker o “vorbunker” localizaron los cuerpos de los seis niños de la familia Goebbels muertos en sus literas y cubiertos con mantas. Posteriormente los subieron al jardín los juntaron con los de sus progenitores y todos fueron expuestos para ser reconocidos por el vicealmirante Hans-Erich Voss que se había intentado fugar la noche anterior y que ya había sido capturado.
        

       El día cuatro de mayo se dieron cuenta de que uno de los muchos cuerpos localizados en los jardines de la Cancillería guardaba cierto parecido con Hitler y después de colocarlo convenientemente no dudaron en fotografiarlo y presentarlo como los restos del dictador alemán, aunque rápidamente se dieron cuenta de su grave error ya que el parecido era muy superficial. Pero, sin duda, contribuyó a añadir nuevos elementos que facilitaban la confusión y con ello los rumores de que Hitler hubiera podido escapar con vida y la existencia de un doble para confundir. 

                                                               El falso cuerpo de Hitler (peluquero Gustav Weler) expuesto por error en un primer momento 

         Durante el día 2 y los días siguientes los rusos comenzaron los interrogatorios de los prisioneros capturados en su intento de huida la noche anterior y que habían pertenecido al entorno más inmediato de Hitler, como Hans Baur su piloto personal, Otto Günsche su ayudante personal  y al general Helmunt Weidling para intentar averiguar que había sucedido con Hitler. Todos coincidieron que bien por haberlo presenciado directamente o por haberlo escuchado contar, que se había suicidado y sus restos quemados en el jardín de la Cancillería.

                                                                 Hans Baur                           Otto Günsche                                Helmunt Weidling
           
           Como resultado de esos primeros interrogatorios selectivos,  el  5  de mayo se localizan  en uno  de  los  cráteres  del jardín  y  a  unos  tres  metros  de  la  salida de emergencia lo que  finalmente  parecen ser  los   restos  carbonizados de Hitler junto de  Hitler al  de  Eva  Braun.  Tan  solo  dos  días  antes  dichos  cuerpos  habían  sido descartados pero se dieron cuenta del  error  y  volvieron  a incidir en ellos.
       

Los cuerpos fueron exhumados por los rusos el día  cinco de mayo  y una vez envueltos en mantas fueron introducidos  en dos cajones de munición para ser trasladados al amanecer y en el más estricto secreto, a la base del departamento de contraespionaje SMERSH en la zona de Buch situado en el extremo noroeste de Berlín. También fueron trasladados los restos de la familia Goebbels y de los generales Krebs y  Burgdorf, en total doce cuerpos

El seis de mayo, los soviéticos iniciaron la maniobra de confusión y afirmaron desde Moscú  a través de la agencia AP, que habían encontrado gran cantidad de cadáveres en la Cancillería, pero ninguno coincidía con Hitler o Goebbels. No es extraño que hicieran mención a la gran cantidad de cadáveres encontrados, puesto que en los sótanos de la Cancillería existió en los últimos días un refugio y un hospital donde eran atendidos los heridos de la batalla de Berlín y muchos fallecidos debieron ser enterrados en los jardines. También en el jardin debieron de localizar el cuerpo del cuñado de Hitler y Tte. General de las SS, el arrogante Hermann Fegelein ejecutado en la mañana del 29 de abril, (objeto de otro capítulo).

                        













                                           Cajas de munición donde se depositaron los restos de Hitler y Eva Braun (archivos rusos) 

 El día 8 de mayo en el cuartel del Buch, una comisión de cinco expertos médicos, forenses y anatomistas de patología comenzaron a examinar detenidamente los restos de los trece cuerpos. Los números doce y trece eran los más deteriorados por el fuego y presumiblemente pertenecían a Hitler y Braun. El cadáver número doce, posiblemente el cuerpo de Hitler, señala el informe que "...estaba muy quemado. falta una parte del cráneo. Se conservan partes del hueso occipital, del hueso temporal izquierdo, las partes inferiores de la mejilla y el hueso nasal, así como la mandíbula superior e inferior. la nariz y el hueso de la mandíbula superior muestran muchas pequeñas fracturas. La lengua está quemada, la punta de la lengua está firmemente atrapada entre los dientes de la mandíbula superior e inferior..." 

Por el estado de los cuerpos, el estudio principal de los médicos rusos se centraron en los fragmentos de las dentaduras.  Para ello, el día nueve de mayo, se intentó localizar al dentista personal de Hitler Dr. Hugo Blaschke  en su consulta de la Ullanstrasse, pero había huido. Sin embargo aún se encontraba allí Kate Heusermann, asistente del Dr. Blaschke y que había participado en el tratamiento de la dentadura de Hitler facilitando su historial médico. La Sra. Heusermann fue trasladada a la Cancillería donde en el sótano indica el despacho y la sala de tratamiento dental del Profesor Blaschke señalando el lugar en donde se encontraban las imágenes de rayos X guardadas, las cuales fueron cotejadas con las efectuadas con posterioridad al atentado fallido de junio de 1944.

Kate Heusermann también informó que el protésico dental Fritz Echtmann había realizado coronas y puentes para Hitler y Eva Braun por lo que los investigadores se trasladaron a su domicilio. Su información sobre los puentes, las coronas y los empastes se correspondían exactamente con el historial médico y las imágenes de rayos X localizadas en la Cancillería. 


                           
                                                                                       Reconstrucción dental de Hitler en el momento de su muerte. 


        El resultado del examen forense del cuerpo femenino determinaba que en la boca se encontraron fragmentos de vidrio amarillo de paredes delgadas por lo que dedujeron que la muerte debió producirse por envenenamiento con cianuro. Los hallazgos anatómicos más importantes fueron cuatro dientes exteriores y el puente de oro de la mandíbula por lo que les pidieron a Echtmann y Heusermann que describieran los dientes de Eva Braun, para después mostrarles el puente de oro que encontraron y Echtmann confirmó que ese diseño único solo podía corresponder al de Eva Braun.
      Hugo Blaschke fue capturado por los americanos, interrogado y liberado sin cargos para acabar ejerciendo su profesión a partir de 1948 en Nuremberg. Kate Heusermann fue condenada a diez años de prisión, los primeros seis en una celda de aislamiento en Butyrka, después nunca más se supo de ella. Fritz Echtmann tuvo más suerte y después de cumplir la condena fue liberado por los rusos en 1954.

      Josef Stalin

El día diez y seis de junio el informe definitivo fue enviado a Stalin. En el mismo se indicaba que en el cuerpo correspondiente a Hitler se detectaron astillas de cristal en los dientes, lo que llevaba a la conclusión que la muerte se había producido por la ingestión de cianuro potásico. La muerte por disparo de bala ni siquiera se mencionaba en el informe, quizás se ocultó al ser considerada que desprendía cierto “coraje” frente a la muerte más ¨indigna” por envenenamiento, todo ello posiblemente  por el temor a un resurgimiento del mito de Hitler.

La orden de Stalin era mantener toda la información en el más estricto secreto, pero con esta decisión lo que logró fue el contrario al que pretendía, contribuyendo a alimentar todo tipo de teorías sobre el final de Hitler, dando paso a las especulaciones y a la confusión que alcanza hasta nuestros días. La estrategia política del dictador ruso pasaba por relacionar a Occidente con el nazismo y dejando entrever que los británicos o estadounidenses estaban escondiendo al dirigente nazi y que podía estar oculto en el extranjero, dentro de una gran conspiración anticomunista muy propio de la narrativa soviética. 

Ante los continuos rumores sobre una posible fuga de Hitler y el oscurantismo soviético, los servicios de inteligencia británicos encargaron al joven oficial e historiador Hugh Trevor-Roper averiguar lo realmente sucedido con objeto de desmentir a los rusos. En colaboración con los norteamericanos se tomaron declaración a los prisioneros que pertenecían al círculo personal y testigos de esos últimos días. Pero no pudieron acceder a las investigaciones soviéticas y a los resultados forenses ya que los rusos no accedieron a tales pretensiones quizás por el temor de quedar en evidencia. Tampoco se permitió tomar declaración a los prisioneros que estaban en su poder y  testigos directos de las últimas horas de Hitler. El informe definitivo  finalizó en noviembre de 1945 con la certeza de que Hitler se había suicidado de un disparo en la cabeza. Este trabajo posteriormente se convertiría en el libro “Los últimos días de Hitler”. 

En diciembre de 1945 los rusos, después de los resultados del informe británico y ante las contradicciones detectadas, decidieron abrir una segunda investigación reservada que recibió el nombre de “Operación Mito” para tratar de aclarar definitivamente las circunstancias exactas que rodearon la muerte de Hitler. Los prisioneros del círculo próximo fueron concentrados en la prisión de Butyrka y pasaron al control del NKVD que prosiguieron con los intensos interrogatorios que duraron hasta finales de marzo, en los que se incluían golpes, privación de sueño, amenazas de suprimir el “status” de prisioneros de guerra, etc. Después, en mayo de 1946 fueron traslados todos al búnker de la cancillería del Reich en Berlín para una nueva reconstrucción y finalmente enviados nuevamente a diversos penales de la Unión Soviética. 

     En la nueva inspección ocular, se incidió en el elevado número y el aspecto de  las salpicaduras en el sofá y regueros de sangre. Lo que llevó a los investigadores a la conclusión que hubo una herida en la cabeza y no en otra parte del cuerpo y que no fue producto de un golpe con un objeto contundente sino de  un disparo. También, en el lugar del jardín  donde un año antes el SMERSH había encontrado el cuerpo de Hitler, descubrieron dos fragmentos de un cráneo masculino del parietal derecho e izquierdo, según los forenses presentaba un deterioro que se correspondía a un balazo y que según su trayectoria de arriba hacía abajo, de derecha a izquierda que se correspondía con alguien que se hubiera disparado así mismo.

Para tratar de conformar la ingesta simultanea de veneno, se solicitó al SMERSH acceso a los cuerpos para realizar nuevas autopsias de los cadáveres, pero negaron el permiso, por lo que el NKVD no pudo realizar un informe completo. No obstante, los resultados confirmaron la versión de que Hitler se había suicidado de un disparo de pistola, a lo que se había añadido la ingestión de cianuro. Poco tiempo después y una vez retirados los escombros de la Cancillería se intentó volar el Führerbunker, pero los resultados no fueron del todo satisfactorios a causa de su fuerte estructura de hormigón  y sólo pudo ser destruido parcialmente.             

Los forenses después de este segundo informe, decidieron conservar los fragmentos del cráneo localizados, al igual que sucedió anteriormente en el primer informe con los fragmentos dentales, por si fuera necesario realizar posteriores estudios. Aunque dichos restos no fueron tratados adecuadamente y su custodia dejó mucho que desear, dichos elementos son los únicos que han podido llegar hasta nuestros días.

Los restos carbonizados del cuerpo, que ya carecían de interés, fueron introducidos en cajones de madera permaneciendo en el cuartel de Buch, al norte de Berlín, desde allí posteriormente y acompañando al SMERSH llegaron finalmente a Magdeburgo al campo soviético de Klausenerstrasse que se encontraba a 120 kilómetros de Berlín, donde fueron nuevamente enterrados en febrero de 1946 en un lugar secreto (junto a la plaza de armas del acuartelamiento) pero siempre bajo el control del Estado Mayor del Tercer Ejército Soviético de la Alemania Oriental. 

 En esta base militar permanecieron los restos de Hitler hasta 1970. Fue entonces cuando el entonces jefe de la KGB, Yuri Andropov, posteriormente secretario general del Partido Comunista de la URSS, envió una carta al poderoso Leonid Brezhnev en la que indicaba que como la base militar pasaría al control de la RDA (Alemania oriental) “los restos de Hitler y de varias personas más deberían ser desenterrados y destruidos de una vez por todas por incineración" para evitar que esa fosa común en caso de localizarse su ubicación pudiera convertirse en un lugar de peregrinación de los fanáticos de Hitler.

    En abril de 1970, los oficiales del KGB una vez autorizada la “Operación Archivo, desenterraron los restos que se encontraban en cajas de madera y procedieron a su incineración en un descampado cerca de la ciudad de Schönebeck a 11 kilómetros de Magdeburgo. Los restos fueron quemados junto con pedazos de carbón hasta convertirlos en cenizas para luego arrojarlos a las aguas del rio Biederitz, un cercano afluente del Elba, según consta en el correspondiente informe ruso.

Una vez que dichos restos fueron quemados en 1970, tan solo quedan de la primera investigación de 1945 los restos de la mandíbula  en los archivos de los servicios de la FSB, Inteligencia de la Federación Rusa (anteriormente KGB), mientras que en el archivo estatal de Rusia permanecen fragmentos de cráneo localizados y conservados de la segunda investigación de 1946.

El 27 de abril de 2000, un día antes del quincuagésimo quinto aniversario de la victoria sobre la Alemania nazi, el dirigente Vladimir Putin que estrenaba el poder en Rusia inaugura una gran exposición en donde se desclasificaron un total de 135 archivos secretos inéditos relacionados con el III Reich que llamó la atención de todo el mundo. Seguramente su estrategia fuese encaminada a recuperar parte del prestigio perdido desde la caída del Muro de Berlín y la desintegración de la antigua URSS, para ello que mejor manera de comenzar a hacerlo que recordar al mundo su labor a la hora de acabar con el nazismo, desde luego el título de la exposición no dejaba dudas de esas intenciones: "La agonía del III Reich". En ella, por primera vez fueron exhibidos documentos, objetos y fotografías, Destacando un fragmento del cráneo de Adolf Hitler y el Diario de Martín Bormann, aunque este último no despertó gran interés al centrarse en el primer periodo del III Reich. A finales de ese año el FSB autorizó la filmación de documentos y de los restos de Hitler a la compañía de televisión Hoggard Films para un documental.  

                                                        Restos Presunto fragmento del cráneo de Hitler expuesto en año 2020 en Moscú                                                                                y donde se puede apreciar el agujero de un proyectil

En el año 2009 un arqueólogo norteamericano, Nick Bellantoni, tuvo acceso durante una hora aproximadamente para poder examinar el trozo de cráneo de Hitler que conservaban los rusos gracias, al parecer, a un “permiso especial”. Durante ese tiempo parece que logró obtener unas muestras y después de vuelta a su Universidad de Connectiut con la ayuda de Linda Strosbach, determinó que los restos óseos pertenecían a una mujer y que las suturas donde se juntan las placas del cráneo parecían corresponder a alguien con menos de 40 años, cuando Hitler tenía 56 en el momento de su muerte, así como que el ADN que pudo obtener no era suficiente para determinar si podía pertenecer a Eva Braun. 

Los rusos alegaron que se tuvo acceso a los restos sin las autorizaciones pertinentes y que nunca se dio permiso para extraer y menos para llevarse a otro país muestras para su estudio en ningún laboratorio. Evidentemente, todo este trabajo sirvió de documentación para un Canal de TV de Historia que llevó por titulo "En busca del misterio". Por otra parte, parece que Linda Strosbach nunca permitió que sus conclusiones pudieran ser compartidas, valoradas y revisadas por otros científicos, perdiendo con ello credibilidad.      

En el 2016 los periodistas Jean-Christophe y Lana Parshina lograron una autorización del gobierno de Vladimir Putin para un acceso parcial y controlado a los archivos de Estado de la Federación Rusa, así como a los archivos militares y de la policía secreta relacionados con el caso. Indicaron que en la dentadura de Hitler se encontraron trozos de vidrio lo que sugeriría que hubiera ingerido cianuro, pero también es cierto, que pusieron en duda que se hubiera podido pegar un tiro ya que según ellos el líder nazi dio muestras de sufrir Parkinson durante sus últimos días.

                                                     Supuestos restos dentales de Adolf Hitler (archivos rusos) 

En el 2018, un equipo encabezado por el médico forense, anátomo patógo y paleopatólogo Philippe Charlier, conocido entre otros casos por haber identificado el cráneo de Enrique IV  tuvo acceso a los restos en la antigua sede del KGB en Lubyanka  y  a las que se había impedido su estudio durante más de siete décadas. El autor pudo comparar las muestras facilitadas por los rusos con las descripciones que se tenían de su dentadura y con las radiografías realizadas a Hitler después de su atentado fallido en de julio de 1944, y cuyos resultados se publicaron en un artículo  del European Journal of Internal Medicine, siendo recibidos con escepticismo por unos y como una confirmación de una verdad histórica por otros. 

Los restos de la mandíbula si pudieron tocarlos pero no se permitió lo mismo de los fragmentos del cráneo que sólo pudo estudiarse visualmente pero se correspondía a de un varón entre 45 y 75 años con un agujero de 6mm. en su lado izquierdo y morfológicamente compatible con el de Hitler.

La conclusión es que los restos dentales no podían ser falsos. Que presentaban un desgaste significativo acorde con la edad del cadáver y  que tampoco se detectaron residuos de pólvora, lo que indica que Hitler no murió de un disparo en la boca. Entre otros elementos, también destacaron que los análisis realizados con microscopio electrónico para analizar el sarro arrojaron que contenía únicamente fibras vegetales, sin rastro de carne, lo que resulta coherente toda vez que Hitler era vegetariano. En los dientes también se localizaron fragmentos de deposiciones azules compatibles con el cianuro por su interacción con las piezas metálicas.

Por lo tanto, podemos llegar a la conclusión de que mientras muchos se atrevían a especular de si Hitler logró escapar vivo de Berlín, o atravesar el atlántico en un submarino para acabar sus últimos días en Sudamérica, los datos históricos y científicos parecen ser muy tozudos. Todo parece indicar que su destino pudieron ser las frías aguas de un río  y los escasos restos pudieron haber sido guardado durante años en alguna caja o archivador, para ser trasladados periódicamente por diversas dependencias de la Federación Rusa, como si se trataran de "reliquias secretas"  y en contadas ocasiones "ver la luz" para poder ser estudiados por alguno de los privilegiados eruditos de turno, como si de una nueva especie humana se tratara.

Sin duda, puede ser un ejemplo del "karma" o energía que generan los actos de las personas, cuyos efectos no son inmediatos pero que siempre regresan aunque puedan tardar mucho tiempo, hasta incluso quizás poder perseguirnos eternamente después de dejar este mundo.






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