2. LAS ARDENAS: ULTIMA OPORTUNIDAD DEL III REICH

  

"Aquel que quiera vivir debe luchar, 

y quien no quiera luchar en la vida, no tiene derecho a existir"

(Adolf Hitler)


     Durante la Segunda Guerra Mundial, en la zona oriental del Alto Taunus, de la región alemana de Hesse, se encuentra un lugar poco conocido pero que tuvo un significado especial durante el desarrollo final del conflicto.

       El día 11 de diciembre de 1944, cuando habían transcurrido apenas seis meses del desembarco de Normandía y las tropas aliadas estimadas en unos tres millones avanzaban por el territorio francés,  Adolf Hitler decidió trasladar su Cuartel General cerca del frente occidental al considerar que el oriental se encontraba estabilizado. 

    El lugar elegido era el complejo militar secreto conocido en clave como "Adlerhorst". Para llegar desde Berlín lo hizo en su tren especial o  Führersonderzug para llegar al amanecer a la estación de Geissen en el estado de Hesse, después de unas diez horas de viaje. Los trayectos en este medio de transporte se hacían durante la noche por seguridad ya que la velocidad que alcanzaba no era muy elevada y evitar con ello ser alcanzados por los cada vez más frecuentes incursiones aéreas aliadas.

                                                                                                                                                                          Tren especial de Hitler o Fürersonderzug

  
                                                                                    Estación de Hesse 

     Una vez descendidos todos los pasajeros, el tren sin ocupantes continuo su marcha y después de recorrer unos treinta kilómetros quedó estacionado y oculto en el interior del túnel existente entre las localidades de Hasselborn y Grävenwiesbach, que con 1,3 Km. de longitud podía ocultar en su interior durante días al convoy de 430 metros de largo.

Túnel de Hasselborn en la actualidad

      A la llegada de Hitler a la estación de Geissen tan sólo le acompañaba un pequeño séquito y numerosos miembros de su equipo de protección personal, muy reforzado tras el atentado sufrido en junio de 1944. Allí fue recogido por su conductor personal Erich Kempka y en uno de sus vehículos MercedesBenz tras recorrer unos treinta kilómetros por sinuosas carreteras y después de atravesar la localidad de Langenhaim-Ziegenberg llegó al castillo de Ziegenberg ya dentro del complejo militar de Adherhorst.

                                              
                                                                    Entrada al Castillo de Ziegenberg
    
      Al ascender por la estrecha carretera y atravesar el arco de piedra que daba acceso al mismo, Hitler se encontraba lleno de entusiasmo con el plan que le había llevado hasta allí y con el que pensaba poder dar un giro importante para cambiar el curso de la guerra. Consideraba que este emplazamiento desconocido para los aliados y situado cerca del frente occidental era el lugar adecuado como base de operaciones para llevar a cabo la ofensiva que llevaba semanas preparando sigilosamente.

                                            
     Fachada del Castillo de Ziegenberg
   
     El complejo ocupaba una superficie total  de 3.800 m2 y comprendía diferentes zonas o áreas. Las obras se habían realizado entre septiembre de 1930 y agosto de 1940 bajo el nombre en clave de Bauprojekt Mühle y siguiendo los planos del arquitecto del régimen Albert Speer (1905-1981). El trabajo fue ejecutado por unos 4.500 obreros  que fueron seleccionados y traídos de otras zonas, todos pertenecían a la organización Todt dependiente de las Fuerzas armadas y del Ministerio de Armamento y dedicada a la ingeniería y construcción de infraestructuras tanto civiles como militares.

      Entre las obras realizadas incluyeron la renovación del Catillo de Ziegenberg que se encontraba muy deteriorado siendo dotado de un búnker subterráneo.

                        

                                   Cuartel General (FHQ  Fürerhaupquartier) de Adlerhorst


Después se construyeron siete cabañas-bünkeres en superficie que estaban camufladas bajo la apariencia de típicas casas de madera, con techos inclinados y cubiertos de tejas, con balcones y jardineras, pero que en realidad eran bloques compactos con muros de hormigón de casi un metro de espesor para resistir los ataques aéreos. La estructura de los techos abuhardillados si eran de madera apoyados sobre la estructura de hormigón.


 
Estructura abuhardillada de una de las cabañas

     La cabaña o haus-1  que estaba más próxima al Castillo era el búnker donde se alojaba Hitler. La decoración era sencilla y amueblado al estilo tradicional alemán. La haus-2 tamién era conocida como el "casino", un término militar alemán que designaba al comedor de los oficiales y consistía en un salón y una cafetería en la planta baja y dormitorios en el primer piso. En los sótanos se loalizaba el centro de comunicaciones equipado con transmisiones de radio (que no fueron utilizados para garantiza el máximo secreto de la operación) y máquinas de codificación "Enigma" (que ya habían podido ser descifradas por los británicos). Este edificio estaba conectado por superficie con el haus-1 con una corta pasarela cubierta para evitar las inclemencias metereológicas.

    

       Es en este lugar se produjo la reunión que Hitler organizó el 15 de diciembre para comunicar la operación de las Ardenas 
 la que asistieron Von Rundstedt, Keitel, Jodl y Gunther Blumentritt y los comandantes de tierra, entre ellos von Manteuffel y Sepp Dietrich para preparar una gran contraofensiva. Muchos de estos altos comandantes ni siquiera sabían de la existencia de Adlerhorst y antes de llegar los habían llevado en un autobús de las SS por una ruta larga y tortuosa a través de las montañas para confundirlos deliberadamente sobre la ubicación del cuartel general.
                                       Reuniones  de Hitler en el interior de una de estas cabañas previas a la batalla de las Ardenas. En la izquierda con Albert Speer, el general Alfred Jodl, el mariscal de campo Wilhelm Keitel y Joachim Von Ribbentrop. En la derecha con Hermann Göring

      La haus-3 estaba ocupada por una sección del Alto Mando de la Wehrmacht (OKW) y era la residencia del comandante general. La haus-4 era conocida como la "Casa de los Generales" y fue utilizada por el estado mayor de segundo nivel. La Haus-5 estaba ocupada por una sección del Ministerio de Propaganda del Dr. Goebbels, mientras que los ministros del Reich y los altos funcionarios nazis, entre ellos Martín Bormann utilizaban la haus-6. La más grande era la haus-7 y albergaba a los ayudantes de Hitler, sus guardaespaldas, sus asistentes personales y era conocída como la "Wachhaus" y estaba conectado con el castillo de Ziegenberg por un túnel subterráneo de 0,8 Km. de longitud que recorría el camino principal del interior.

 
  Camino de acceso desde el Castillo a la cabaña 7 cuyos búnkers se comunican por un túnel subterráneo 


                                                                                                                                                                               Fachada norte de  la cabaña 7 

     Toda la zona de este complejo estaba cuidadosamente protegida con instalaciones de torres de vigilancia y por baterías de artillería antiaérea cubiertas con redes de camuflaje que junto con los árboles que rodeaban el emplazamiento imposibilitaban su detección con cualquier reconocimiento aéreo, por lo que su existencia era absolutamente desconocida por los aliados. 

    El edificio más grande del complejo de Adlerhorst se lamaba Kraftfahzeughalle (garage del parque automotor) y estaba situado en el pueblo, alejado del complejo. Su estructura de hormigón simulaba un gran edificio tradicional pero albergaba en su interior los vehículos oficiales de Hitler, los camiones de bomberos, los autobuses y las ambulancias. También había alojamientos de estilo Fachwerk para las familias del personal que trabajaba en Adlerhorst. Su discreta y apartada ubicación hizo que no sufriera daños en los bombardeos posteriores y se encuentre en perfecto estado en la actualidad.  

                                
                      
                                                                                                                                                           
      Cuando Hitler llegó a este complejo militar a mediados de diciembre, lo hizo lleno de energía y con la esperanza de cambiar el curso de la guerra a favor de Alemania. Para ello, lejos de seguir los consejos que le proponían sus generales de contención y defensa, lo que pretendía era recuperar nuevamente la iniciativa con su plan denominado operación Herbstnebel (niebla de otoño) y conocida también como la contraofensiva de las Ardenas. Hitler consideraba que logrando la victoria lograría dos objetivos; ganar tiempo para poder contar con nuevas armas que pudieran cambiar el curso definitivo de la guerra y romper la alianza angloamericana  para lograr una paz negociada por separado. 

    Dicho ataque fue planificado y llevado a su desarrollo con la máxima cautela y el alto mando logró guardar un absoluto secreto. Únicamente unos pocos oficiales participaron en el diseño de la operación a los que Hitler les hizo firmar un documento en el que se comprometían a guardar el secreto bajo pena de muerte. Todas las instrucciones se dieron por escrito y se prohibieron todas las comunicaciones por radio. Los movimientos de tropas y material se hicieron en horas nocturnas, lejos del alcance de la observación aérea.

    El objetivo era atravesar el macizo de Eifel y las Ardenas para llegar a Bélgica y alcanzar Amberes, situado junto al canal de la Mancha y el puerto de suministro más importante de los aliados. Con este movimiento intentaría dividir a las fuerzas aliadas en dos bloques, dejando en el norte a los ejércitos anglo-canadienses mandados por Montgomery aislados y sin combustible ni munición. En el sur quedarían las tropas americanas al mando de Bradley, que serían empujadas hacia París por las divisiones blindadas de la Wehrmacht. Para ganar la apuesta, Hitler contaba con el 6º ejército de tanques SS dirigido por el general Sepp Dietrich y con el 5º ejército de blindados del general Hasso von Manteuffel.
    
                                               La batalla de las Ardenas Fuente: El Mundo

    Paralelamente a la ofensiva se planearon dos grandes operaciones especiales. En una de ellas denominada operación "Greiff" se decidió que Otto Skorceny, que ya había dirigido con éxito un comando especial que logró liberar a Mussolini, se infiltrara detrás de las líneas norteamericanas. Para ello contaba con un grupo con perfecto dominio del ingles, con vehículos ligeros capturados, uniformes norteamericanos y chapas de identificación de los prisioneros capturados y cadáveres. Su misión era de sabotaje, cambiar postes direccionales de tráfico, volar puentes, etc. Su éxito fue parcial y lograron inicialmente confundir al enemigo hasta que establecieron controles en las zonas ocupadas para su detección. La mayoría pudieron replegarse, pero algunos fueron capturados con uniformes estadounidenses, por lo que fueron fusilados.

                                                              Miembros de los comandos Waffen SS capturados vistiendo uniformes 
norteamericanos y fusilados en Henri Chapelle 
        
    A pesar de la sorpresa inicial, el mal tiempo con un frio extremo en donde se alcanzaron temperaturas de -10ºC, las dificultades del terreno donde el barro se transformó en una superficie helada y especialmente, la escasez de carburante que ralentizó la progresión y la mala gestión del mando de las unidades SS hicieron fracasar la operación en pocos días. El adversario se repuso rápidamente de la sorpresa inicial. La moral de la Wehrmacht ya no volvió a recuperarse.

         

       Soldado alemán combatiendo en las Ardenas portando la nueva Sturmgewehr 44 -/StG44. 
                                            El primer fusil de asalto ligero del mundo

    El alto mando alemán evaluó sus perdidas humanas en 20.000 muertos y otros 20.000 desaparecidos, así como 40.000 heridos, aunque hay quien eleva al doble el balance. Para los norteamericanos la batalla de las Ardenas fue la mayor y más sangrienta de todas en las que combatieron en la Segunda Guerra Mundial.


     Con el fracaso de la ofensiva de las Ardenas desaparecía toda esperanza de frenar el avance de las tropas aliadas en el frente occidental. Se había extinguido el último leve destello de esperanza, la última oportunidad de ganar la guerra. Según el edecán personal de Hitler el coronel Von Below, por primera vez escucho a Hitler decir que "la derrota parecía inevitable"

    Al fracaso en las Ardenas se sumó el desastre ocasionado por Hermann Göring cuando,  en un intento de impresionar a Hitler puso en marcha la operación Bondenplatte "Viento del norte" como acción complementaria de la ofensiva de las Ardenas. Lanzó cerca de mil aviones alemanes hacía objetivos terrestres en el frente occidental, buscando desesperadamente destruir los aeródromos desde los cuales operaban los aparatos aliados. Resultó un completo fracaso en los que se perdieron 277 aviones y supuso la práctica destrucción de la Luftwaffe como fuerza efectiva de combate, lo que concedió a los aliados la supremacía aérea hasta el final de la guerra, permitiéndoles el bombardeo sistemático de las principales ciudades de Alemania, entre ellas la de su capital Berlín, lo que ocasionaría consecuencias fatales para la defensa final de la capital del Reich.
        

    También el desplazamiento de efectivos para la ofensiva había debilitado el frente oriental que se encontraba muy comprometido. El general Heinz Guderian, jefe del Estado Mayor del Ejército, acudió al cuartel general de Adlerhorst al menos en tres ocasiones para alertar de que según los informes del general Reinhard Gehlen (personaje que merecerá un capítulo aparte), se estaban produciendo concentraciones de fuerzas soviéticas para un ataque inminente. Hitler se negó a trasferir efectivos a esa zona, lo que llevó a Guderian a su famosa observación, "el frente oriental es como un castillo de naipes, si se rompe en un solo punto el resto colapsará". Era uno de los pocos generales que tenía el valor de decir a Hitler lo que pensaba. Estos episodios marcaron sus relaciones que se irían deteriorando día a día hasta llegar a la ruptura total.

 
Heinz Guderian                       Reinhard Gehlen

Cuando Hitler aún no se había repuesto del fracaso de la ofensiva de las Ardenas, los temores de Guderian resultaron ser ciertos y el doce de enero comenzaba la gran ofensiva rusa. Por ello Hitler tuvo que abandonar rápidamente el cuartel general de Adherlost treinta y cinco días después de su llegada. Aunque breve, su permanencia en este complejo militar marcó los acontecimientos finales del III Reich.

En contra de la opinión de miembros de su estado mayor y de sus más estrechos colaboradores, Hitler decidió trasladar su nuevo cuartel general a Berlín. Consideraban que si tenía que producirse una eventual batalla decisiva para Alemania, el lugar más adecuado para dirigirla sería desde el sur de Alemania, en concreto desde la zona de Obersalzberg en la zona de Berchtesgaden y donde se encontraba la denominada fortaleza de los Alpes. 

Su situación permitía resistir más tiempo al ser una zona mejor protegida y donde se había tomado todas las medidas técnicas necesarias desde hacía bastante tiempo. Berlín situada en una zona plana ofrecía pocas posibilidades de defensa. Esta decisión provocó una gran inquietud y desasosiego entre su personal civil y militar que lo debían acompañar. Siempre consideraron que tal traslado sería eventual y que finalmente lograrían convencerle para efectuar finalmente dicho traslado, tal como estaba establecido en la llamada operación Seraglio para la evacuación de Berlín.

El trayecto ferroviario de regreso de Hitler a Berlín de casi 500 km. partió nuevamente de la estación de Essen el 15 de enero. La misma estación que le vio llegar cargado de ilusión ahora le veía partir cargado de frustración y desilusión. En las diecinueve horas que tardó es muy posible que en su fuero interno considerara que la guerra estaba definitivamente perdida, ya sólo era cuestión de saber cuanto tiempo se podría resistir. 

Cuando Hitler llegó a la estación de Grunewald Berlín el 16 de enero, lo que nunca pudo llegar a imaginar es que sería su último viaje en tren, como también lo fue para unos cincuenta mil judíos que partieron deportados de esta misma estación  entre octubre de 1941 hasta marzo de 1945 camino del exterminio y de los campos de concentración de Auschwitz y Theresienstadt.


Memorial en el Anden 17 a las víctimas del Holocausto de la estación de Grunewald 

    En su desplazamiento a la Cancillería, en el que sería su último cuartel general, pudo ver las ruinas en las que se encontraban muchos edificios de la capital. La cuenta atrás para Hitler había comenzado.






 












 


 




 


 





 

          

 


 


 

          

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